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Óleo-tabla
Los mejores días de mi más temprana juventud los pasé, sin duda alguna, en Zahara de la Sierra, pueblo bello donde los haya, con calles tremendamente empinadas y vecinos de sonrisa perenne. Puedo presumir de no haber faltado a ningún Corpus Christi, a ninguna feria y a casi ningún otro día festivo en los años que van desde 1969 a 1974. Algo de especial tenía este pueblo que nos hacía reunir a tantísimos parientes en esos días, pero mucho más especiales eran tito Rafael y tita Carmen: nunca supe de dónde sacaban colchones para tanta gente.
1 comentario:
Anda que no ibas a pintar tú un cuadro de Zahara! Dónde comenzamos nuestras andanzas.
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