Óleo-lienzo
En esta calle de Algodonales (Cádiz) nací yo. En casa de mi abuela Margarita pues mis padres aún no tenían la suya propia. Un poco más abajo estaba la carpintería de mi abuelo Antonio, que cada vez que aserraba las maderas, el aroma a pino o a nogal impregnaba las vecinas paredes de cal, bajaba por la calle Beatas y desembocaba en la plaza.
Siempre fue conocida como el “Callejón de Piedra”, por estrecha y por tener el suelo tapizado de cantos poco pulidos.
Me marché de Algodonales con apenas 20 meses. A la vuelta de nuestra estancia en Brasil, casi siete años después, la calle aún mantenía el blanco de sus paredes, el granate de los escalones, y el negro de sus rejas. Todavía las mujeres bajaban de la cercana fuente de la calle Alta cargadas de cántaros rebosantes. Y allí estaba también el eterno asno atado a la reja con su bendita paciencia. Lástima que el cemento ya entonces ocultaba las piedras del piso y el olor a madera recién cortada también se había perdido.
Un día, no recuerdo cómo, llegó a mis manos una fotografía en blanco y negro de la calle tal como era allá por los años 60 del siglo pasado. Decidí pintar un cuadrito basándome en ella, añadiendo a las formas los colores de los que la imagen carecía pero que aún yo recordaba.
Con el tiempo, el Callejón de Piedra se convirtió en “Calle Piedra” y los zócalos color de tierra acabaron por invadir la inmaculada cal de sus casas.
1 comentario:
También podría llamarse: Desde la casa de la abuela.
Magnífico.
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